
Tenemos miles de precedentes que somos incapaces de entender. Desde la esclavitud hasta los bocadillos de cristianos para leones hambrientos. Ustedes pueden considerar que nadie obliga a abortar, pero si hay toda una cultura que acepta el aborto como derecho, no se quejen cuando se cuestione jurídicamente quién es válido o menos válido para seguir existiendo. Frente a ese dislate la única voz que sigue alzándose es la de cristianos y personas de buena fe. Todos entendemos que el aborto es un fracaso, no un derecho. Y que la cultura, la buena cultura, exige educar para la vida, no para la muerte.
Pues bien, hoy damos un motivo muy serio a nuestros hijos para que en el futuro nos reprochen nuestra falta de coherencia y sentido común. Hoy algunas jóvenes sentirán que son más libres por utilizar su cuerpo sin responsabilidad, y muchos jóvenes seguirán induciendo a las niñas hacia su destrucción. Y de todo ello se ocupa nuestro flamante ministerio de Igual-da. Hemos caído en lo más bajo que se puede llegar. Entronizando el hedonismo y asesinando la vida que molesta. Cuando los viejos estorben, ya saben que alguien dirá que la vida digna es la vida útil, según para qué intereses. Y el resto a la basura.
No se puede trivializar un derecho humano como la vida. El respeto de la legislación que consideraba delito el aborto lo han borrado de un plumazo. Ahora es un derecho. ¿Señores, un derecho matar, un derecho destrozar a la juventud sin enseñarle que el don de la vida es un gozo compartido del amor?. Banalizar el sexo, vaciarlo de contenido, es criar monstruitos perturbados, como lamentablemente podemos leer hoy en algunos titulares. Enfermos y adictos al goce, como se pueden otros enganchar a cualquier droga. Porque esa es la sociedad que estamos construyendo.
Estamos a un paso de adoctrinar a nuestros jóvenes en todo tipo de perversiones, llamando a ello educación sexual. Y sólo unas pocas voces se levantan para alertar de que nos estamos equivocando. Esas pocas voces, serán las que resuenen en el futuro, porque llegará un día que el negocio del aborto se vea en toda su magnitud y monstruosidad. Llegará un día que sintamos vergüenza de haber convivido con leyes tan nefastas para la salud de una población.
Poco importa que el rey sancione o no la ley. El daño ya está hecho. Atentos a la siguiente jugada. Si no somos capaces de reaccionar, de valorar los derechos humanos, y aceptamos que nos mientan en la cara, diciendo que trabajan por nuestros derechos, cuando sólo se trata de seguir la consigna de la ingeniería social, es que hemos caído en la degeneración y nuestra civilización ha sido destruida.
China es el primer precedente claro del control de natalidad obligado por el Estado. Nos parecía propio de un estado ateo y totalitario. Nuestra reforma de la Ley del aborto, tiene serios precedentes para considerarse un atentado contra la educación de los menores. Confundir la libertad con el libertinaje es propio de una población inmadura. Y va siendo hora que alguien lo diga desde las azoteas